África no engaña
Marruecos, Sahara Occidental, Mauritania, Senegal. Ahora en Mali. Es mágico recorrer kilómetro a kilómetro los países de este gigantesco continente. Las fronteras determinan en cierto modo la manera de vivir de aquellos que comparten la superficie de las líneas limítrofes. Existen rasgos generales en cada población. El vestir, comer, la decoración de los coches o de sus tiendas delata a cada unos de sus habitantes. Algunos escapan de los parámetros generales y otros quedan atrapados en las directrices marcadas por su cultura. Esto pasa en Europa, también. La gran diferencia es que África no engaña. Mientras los clichés inundan las grandes ciudades europeas, en África reina la simplicidad. Las dudas existenciales van íntimamente relacionadas con la complejidad de una sociedad .
Durante los últimos cien años hemos inventado y desarrollado, a un ritmo vertiginoso, cosas increíblemente útiles. Como contrapartida, nuestra casa, nuestra tierra, nuestro planeta y nosotros mismos, nos vemos afectados negativamente por este fugaz progreso. No hemos tenido en cuenta que después de un paso hacia delante se debe reequilibrar la balanza antes de proseguir. Ahora estamos desbordados por una tecnología que nos domina y arrastrados por un sistema fallido.
Como individuos todos tenemos nuestra manera de ir por la vida, que cambia según las experiencias que afrontamos.
Viajar por un continente tan diferente como África nos puede ayudar, definitivamente, a entender mejor el estado del mundo.



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