El derecho a la vida y a ser libres

Cuesta no pensar en la desoladora deriva hacia la extinción de los valores fundamentales que ha tomado nuestra sociedad. Sinceramente, me quita el sueño muchas noches y, en ocasiones, debo multiplicar mi esfuerzo para concentrarme en otras cosas. Las alarmas sobre este declive en la calidad de nuestros valores más básicos suenan repetidamente, a cada segundo. Me preocupa.

 

La moto para conocer el mundo

A los que nos gusta viajar encima de una moto, pienso que los kilómetros nos deberían ayudar a recoger datos del entorno para ser conscientes de cuál es la realidad que vivimos. Suceden cosas terribles que parece que ya no nos indigestan. Se han normalizado situaciones, vulneraciones y abusos que de normal no tienen absolutamente nada. Se ha desarrollado una sociedad que, como consecuencia del despliegue de medios actualmente disponibles para poder comunicarnos entre nosotros, el individuo tiende a avanzar hacia su propia reclusión, supliendo la necesidad de crear sus propios estímulos por la admiración de aquellos que han convertido su vida en un espectáculo público para todos. Y si se sigue en esta línea, llegará un momento en que la división entre los que son un “ejemplo” y los que pretenden seguirlo, sin aventurarse a crear su propio modus vivendi, será cada vez mayor.

Pienso que aquellos que han alcanzado popularidad en los medios deberían preguntarse cuál es su grado de responsabilidad y, en el aspecto social, cuál es su labor. Internet nos ofrece la posibilidad de compartir ideas, informar y analizar las noticias a través de diferentes fuentes. Es una obligación cuestionarse el nivel de veracidad de aquello que visualizamos en los medios, intentar descifrar de dónde proviene la información y cuáles son los intereses del medio que los publica ante la posibilidad de que haya difundido, más que una noticia, un panfleto partidista.

 

Salvar vidas

Carola Rackete es la joven capitana del SeaWatch-3, navío de una organización sin ánimo de lucro que se preocupa por la supervivencia de los inmigrantes en el mar, que fue arrestada por el estado italiano acusada del “grave delito” de salvar a 43 inmigrantes de su sufrimiento y muerte, y luego atracar en un puerto de Italia. Carola, al cabo de unos días, fue puesta en libertad por la jueza al dictaminar que no había incumplido la ley, pero sí había cumplido con su deber de salvar las vidas que corren peligro en el mar.

No deberíamos tener ninguna duda de que salvar una vida es un deber, pero en estos tiempos que corren, esto que debería ser una evidencia se ha convertido en una decisión de los gobiernos, los cuales parece que han tomado el poder de decir cuando sí y cuando no está bien salvar la vida de aquellos que están en peligro. Afortunadamente, todavía hay una parte importante de la población que se lleva las manos a la cabeza ante esta situación, y protesta, pero lo preocupante es que la otra parte no sé cuestiona el porqué existen en el mundo personas que se ven obligadas a abandonar sus casas y a arriesgar su vida en busca de seguridad.

Que existan estas grandes desigualdades entre la población, los conflictos que llevan a la prisión, al exilio, o incluso a la muerte se debe al poder económico mundial, y en Europa nosotros tenemos, al fin y al cabo, la responsabilidad de crear una sociedad que sea justa para todos y que no pierda de vista los derechos fundamentales para así evitar normalizar las injusticias.

Vivamos para crear juntos un mundo mejor.

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